EL FEBRERO
La fiesta de las lavanderas se recuperó en 1989 gracias a los recuerdos de muchos cacereños.
Las lavanderas confeccionaban un muñeco o pelele (el Febrero) al que paseaban montado en un burro y con el que, entonando diferentes canciones, pedían una ayuda económica para después hacer un festejo, en el que no faltaban los dulces típicos y el aguardiente. El fin del Febrero eran las llamas, que purificaban un mes maldito para ellas, con el que empezaba la cuenta atrás del temido invierno de escarchas y frío y se festejaba la llegada del buen tiempo.
En el año 2004, el Ayuntamiento de Cáceres, como un homenaje a su trabajo y entrega, levantó una estatua a las lavanderas cacereñas, obra de Antonio Fernández Domínguez, con el rostro curtido de dureza y de facciones cruzadas de una vida dura en extremo.
La estatua se alza en un lugar emblemático, en lo que representaba, entonces, el inicio de la carretera del Casar de Cáceres, enfrente de la Plaza de Toros.
La estatua se alza en un lugar emblemático, en lo que representaba, entonces, el inicio de la carretera del Casar de Cáceres, enfrente de la Plaza de Toros.
Las lavanderas de Cáceres
Se trata de una canción popular de Cáceres, cantada por las antiguas lavanderas en su fiesta de los Febreros.
Letra de la canción
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